miércoles, 28 de noviembre de 2007

Analiza la fuente.


Muchas son las veces en que personas a nuestro alrededor “comparten” ciertos comentarios que de una manera u otra pueden molestarnos y hasta inclusive crear heridas en nuestro ser. En otras ocasiones alguien, con buena intención o con la falta de esta, nos dice que tal gente dijo no sé qué cosa acerca de nosotros.

No siempre podemos evitarnos el dolor, la herida, la vergüenza, o la impotencia que estas palabras pueden causar en nosotros. Pero ojo, ese “no siempre” puede variar, si analizamos la fuente.

Cuando una persona que realmente te ama, te quiere, te valora, te hace una observación, una sugerencia o simplemente comparte contigo su manera de ver o entender algo que tu hayas hecho y que a su parecer no haya estado bien (o al parecer de cualquier mortal) nunca sentirás dolor, herida, vergüenza o impotencia porque en cada una de sus palabras (que tal vez lleguen como dardos hasta ti) estarán embalsamadas de dulzura y tacto; y en el fondo de la “reprimenda” sentirás que ha quedado en ti el sabor agradable y grato de que esa persona te lo dijo porque le importas, porque te quiere.

El problema no es el comentario, sino la fuente. Detente un momento antes de abrirte al dolor que te pueda causar cualquier comentario, para estudiar, y hasta fríamente analizar la fuente. El mismo comentario, dos personas diferentes, una con buena intención, otra con mala, a una le importas, a la otra no le vas ni le vienes; entonces que vas a sopesar? El comentario o la fuente?

Sé libre en el nombre de Jesús y pídele siempre a que te ayude siempre a analizar la fuente. Recuerda que aunque todos somos hijos amadísimos de Dios, no les caemos bien a todos. Así que recuerda, analiza primero la fuente (quién lo dijo), y después, solamente después, sopesa el comentario.

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Bendición.

"Que el Señor te bendiga y te proteja... Que Él te mire con amor y te conceda la paz." Números 6, 24-26.