
El Rey mandó a anunciar que a las 3.00 p.m. se abrirían las puertas de Su palacio para todo aquel que quisiera pedirle lo que su corazón anhelaba. La fila era muy larga; conforme los pedidos, El daba (salud, prosperidad, reconocimientos, talentos, carismas, dones, unción, viajes, pareja, autoridad, etc.). Cuando todo acabó, los residentes del palacio advirtieron tristeza en el Rey, al preguntarle el por qué de su estado, El respondió: "nadie pidió mi amistad."