lunes, 11 de agosto de 2008

Me amas.


Sólo Tú, nadie más. Sólo Tú me comprendes; tan solo Tú puedes sondear lo más oculto de mi corazón y aun así amarme sin marcha atrás. Solo Tú aún viendo las miserias que corroen lo que soy eres capaz de esperar en mí, de confiar en mí y de creer en mí, aunque ni yo misma lo haga. Cuan bueno eres! Cuan inmenso es tu amor… no lo entiendo, más lo prefiero así. Hablar de tu misericordia no es hablar. ¿Cómo pudiera siquiera yo misma, testigo y beneficiaria, explicarla?

Así eres Tú, todo amor… más en ese amor te pido encarecidamente que me apartes de mí, que te lleves de aquí adentro lo que no es tuyo, lo que no ha sido traído por ti. Vacíame Señor… libera mis entrañas de mi maldad y lléname de ti.

Te necesito, es verdad. Sin ti la vida no es vida y la vida es vida tan solo a partir de ti. ¿De qué me sirve el aire si no es tu aroma?, ¿De qué me sirve el alimento sino es tu cuerpo ni tu sangre?, ¿De qué me sirve mirar sino es a través de tus ojos?, ¿De qué me sirve la vida si no es para morir por ti?

Te necesito hoy más que ayer… Más que para vivir, para morir, para morir a mí, al mundo, a lo que no te agrada.

Ven Jesús que sin ti no puedo vivir ni tampoco morir.

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Bendición.

"Que el Señor te bendiga y te proteja... Que Él te mire con amor y te conceda la paz." Números 6, 24-26.